miércoles, 19 de julio de 2017

19-07-2017 Salida del Tibet y primer inconveniente.. no pasa nada!!!

Al final aún hemos desayunado juntos todo el grupo y nos hemos despedido definitivamente, para seguir cada uno con sus planes.

A las 11,00 tenía que salir hacia el aeropuerto y he aprovechado para dar una pequeña vuelta por los alrededores.

Me despido del Tibet... dejando unas fotos.











El pequeño aeropuerto de Lhasa está a 60 kilómetros de la ciudad. Seguro que no resultó fácil encontrar una ubicación idónea entre tantas montañas. Se tarda un poquito más de una hora en llegar. Se llega creo que por la única autopista, de dos carriles, en el Tibet, cruzando creo que hasta cinco túneles. No había cruzado en coche ninguno en toda la semana pese a haber atravesado las mayores cordilleras del mundo!.

Aeropuerto de Lhasa. No tiene mucho tráfico. Está rodedo de montañas, aunque no muy altas.

Mi vuelo hacia Shangri-la sale con media hora de retraso. Aproximadamente una hora después de despegar, nos informan que por la situación meteorológica, no es posible aterrizar en Shangri-la y nos desvían a Kunming, la capital de la región de Yunnan. Tenía previsto visitar Kunming, pero no hoy. Ya volveré dentro de unos dias. 

Tras aterrizar, junto al grupo de afectados, unos 20, porque el vuelo era Lhasa-Sangría-la-Kunming, nos dan vuelo para mañana a primera hora y nos proporcionan hotel. Había hecho una reserva de hotel en Shangri-la pero he contactado por correo electrónico y me la cambian para mañana. Sin problemas.

Mis compañeros de aventura. La verdad es que la compañia China Eastern nos esperaba a la salida del avión y lo ha puesto fácil. 

El aeropuerto de Kunming es muy grande, moderno y bonito.

El hotel está situado en una localidad muy cercana al aeropuerto. Tras el check-in, he dejado los trastos y ha empezado una buena tormenta, aunque corta. 

El minibus que nos ha traido.

A ver quien adivina cómo se llama el hotel.

He salido a dar una vuelta por la zona, hay bastantes hoteles y sobre todo muchos restaurantes. La zona no sabría cómo definirla, pero aunque no tiene atractivo, es agradable, pese al ruido constante de los aviones.

Acaba la tormenta e inicio mi paseo por la zona. Desde la puerta del hotel.

He intentado no perderme dando el paseo y controlando con fotos las esquinas, porque no hay el más mínimo cartel que no esté en chino y por supuesto nadie habla inglés, ni siquiera en la recepción del hotel, lo que es bastante habitual en China. Es absolutamente necesario coger siempre una tarjeta del hotel con el domicilio en chino por si te pierdes. De otra forma sería casi imposible volver.

Foto de la esquina que me sirve de referencia por si me pierdo. Como no tengo el nombre del hotel ni de la calle en castellano, el Google Maps no me es tan útil.

Al final, no ha estado mal. Una aventurilla más que me ha permitido ver zonas que nunca visitaría y te haces más a la idea de cómo es la vida en este país. Salvo los recepcionistas de hotel, que son mundo aparte, todas las personas con las que te cruzas son realmente amables.

La zona parece muy tranquila y hay bastante gente por la calle pese a ser las diez de la noche.

Prácticamente todas las luces corresponden a restaurantes.

Como siempre, el rojo impera en los carteles.

He comprado unos lichies, que es lo que he cenado en mi habitación, y ya cerca de las doce de la noche me propongo dormir un rato porque el transporte para el aeropuerto nos recoge a las 5,40. Hay que madrugar.

La cena de hoy.

Empieza una nueva tormenta en el momento que me acuesto. Suena bien.

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