martes, 25 de julio de 2017

25-07-2017 Dali. Las pagodas y templos interminables

Intenso día hoy en Dali, pese a haberme levantado más bien tarde. El primer paso es buscar un sitio donde tomar café, difícil cerca de mi hotel, así que me voy para la ciudad antigua entrando por una puerta que tengo a poco más de 200 metros.

Algunas se ponen flores en la cabeza para rememorar viejos tiempos... pero son muy pocas.

Hoy quiero ir primero a ver el símbolo de la ciudad, Las tres Pagodas. Están a unos dos kilómetros, así que dado que está nublado tomo una moto taxi que por 2 euros me deja en la puerta.

Son el símbolo de la ciudad.

Lo primero que llama la atención, aparte de las Pagodas que son impresionantes, es el precio de la entrada, unos 14 euros. Mucho de nuevo para el nivel medio chino. Luego me daré cuenta que el precio no es tan desorbitado si lo cuentas por metros recorridos, escalones subidos o fotografías tomadas... Por justificar el precio. La verdad es que está todo muy bien montado y lo mantienen súper limpio.

16 pisos... yo creía que las pagodas siempre tenían un número impar de pisos... quizás no en China.

La gran Pagoda tiene 16 pisos y 70 metros de alto. Las otras dos, 10 alturas y 42 metros cada una, pero no se puede acceder a ninguna de ellas.

El cielo no auguraba nada bueno, pero al final se ha portado muy bien.

Parece tapiada la entrada a la gran pagoda. Desde luego no se puede acceder.

Lo que yo desconocía es que el complejo era tan enorme y contaba con tantos edificios que no se ven desde abajo. Así que vas cruzando jardines y edificios y al pasarlos ves que tienes otro enfrente. Francamente perdí la cuenta. Al menos 7, parecía no tener fin, sobre todo teniendo en cuenta que había que ir subiendo escaleras entre cada uno de ellos.

El primer edificio. Tras él no se vislumbraba nada más.

El primero era tan sólo una puerta, nada especial, pero conforme avanzabas iban creciendo en tamaño y vistosidad.

Pero había uno tras otro. No veías el final.

Se aprecia el lago al fondo, desde la terraza de uno de los primeros edificios.

Imponente!!. La escalera tambièn.

Empezaban a caer unas gotas, pero al final... nada.
Los paraguas hacían acto de presencia.

Ya en el segundo o tercero, te encuentras un gran Buda, después otras figuras más grandes y así hasta llegar al templo de Chongshéng, en el que las figuras doradas son realmente impresionantes.

El primer gran Buda.

Estàn en la ladera de la montaña. Por eso siempre es cuesta arriba.

Enorme Buda... hasta el techo...

Este era el siguiente... el templo de Chongshén.

Hay gente orando, pero nada que ver con lo visto en el Tibet. Aquí no hay peregrinos, sólo manadas de turistas chinos, muchos de ellos en grupos y otros tantos viajando por su cuenta. No recuerdo haber visto a ningún occidental de nuevo, aunque si una docena en la ciudad.

Exteriores del templo.

Impresionantes los Budas y otras figuras. Aqui se observaba más devoción... sin pasarse!!

Eran enormes... y pocas veces hay tantas y tan grandes en un mismo espacio.

Ya sobre el sexto edificio, donde también hay un Buda con una altura de 4 pisos, se tienen las mejores vistas de la ciudad y al fondo se puede ver el Lago Erhai, el séptimo lago de agua dulce más grande de China. 

El último que se puede atravesar...

No se ven edificios modernos, ya que la ciudad nueva está a varios kilómetros y es la que tiene las estaciones de tren y la estación principal de autobuses.

El último, al que no se puede acceder, es un centro de estudio budista.

Desde este último edificio al que he accedido, puedo ver otro precioso edificio que no está abierto al público.

Tan sólo cayeron cuatro gotas sobre las dos de la tarde que al final del día serían las únicas. Ya que no volvió a llover en toda la tarde y noche, con una temperatura fantástica que te permitía pasear cómodamente.

Vista desde el último templo que está a más altura de los que se pueden acceder.

El Buda, desde el cuarto piso.

La bajada hasta la salida ya la hago en uno de esos coches eléctricos, que podía haber utilizado para subir y luego bajar andando y que muchos, a los que sólo les interesaba ver el templo recurrían para subir y bajar. Aquí nada es gratis y bajar en coche me cuesta 20 yuanes, 5 más que el moto taxi que me había traído hasta aquí.

Vuelta en el vehículo eléctrico abierto tras pago de 20 yuanes.

He necesitado casi tres horas para visitarlo. Subirlo todo ha costado lo suyo.

La foto que todos toman a la salida.

He comido uno de los de la derecha... parece que llevan algo de queso. Estaba rico.

La vuelta hasta el centro, esta vez la hago a pié y así aprovecho para echar un vistazo a la zona fuera de las murallas, que es todo lo que está fuera de la carretera que cruza la ciudad. 

Calles fuera del centro histórico, donde se concentran cientos de pequeños hoteles y hostales.

Además de un montón de hoteles, hostales y restaurantes, sobre todo en la carretera, el resto es la zona donde viven los residentes, en los que la vida es mucho más tranquila. 

Calles fuera del circuito turístico haciendo vida normal.

Sólo  había comido un pequeño snack chino, pero no tenía hambre, por lo que deambulé un poco más por las calles intramuros, que estaban realmente abarrotadas. 

Sin embargo las calles más turísticas hierven de actividad.

Me acerqué al restaurante Yun, en el que comí, para probar la pasta que estaban haciendo ayer tres mujeres. Resulta que es una pasta para postre y lo pedí, y estaba muy rico. La pasta tenía una consistencia muy especial y agradable. 

Luego tomé un té frío sentado en sus minúsculas mesas exteriores viendo pasar a la gente. Resulta un sitio muy agradable.

En Oriente, los ciegos subsisten muchas veces cantando por las calles. Lo que no había visto nunca es que cantaran con los hijos... a veces a coro... lo hacían francamente bien.

La primera vez que veo la montaña del fondo sin nubes!

Las calles y las tiendas están petadas.

Las tiendas están llenas de gente, también hay muchos establecimientos de comidas y de venta de dulces de flores, típicos de esta zona, además de multitud de bares y restaurantes. Desde luego hay un gran ambiente.

Hay muchísimas tiendas de éste tipo de timbales en todas las ciudades de Yunnan. Siempre hay alguien tocándolos con música típica de fondo. Incluso algunos cantando.

Consultó al hotel mediante un mensaje de Wechat, que es el whatsapp chino, si pueden conseguirme billete de autobús para ir mañana a Kunming, y me mandan la ubicación de la pequeña estación de la ciudad antigua. Está a unos 20 minutos andando, pero con la aglomeración de gente en la calle, se traduce en más de media hora. Total, para llegar y ver que las taquillas ya estaban cerradas. Vuelta al hotel, media hora más.

Ejercicio para los más mayores... es muy habitual verlo. 

Cayendo ya la tarde. El cielo sigue sin nubes de lluvia.

Iluminación de una de las puertas.

Otra más.

Son dos chicas las que están en el hotel, me piden disculpas y me indican cómo hacerlo mañana. Ellas me llamarán a un taxi para no cargar con la mochila. 

Esta es una de las zonas de marcha más juvenil. El sonido desde la calle es como si estuvieras dentro.

Ya eran más de las nueve y me decido ir al restaurante con chef español que no encontré ayer pero que esta tarde ya había localizado. Me fuí para allá, pero cuando llegué solo me podían ofrecer ensalada o sopa porque ya habían cerrado la cocina. Además me comentó el encargado que ya hace un año que se fué el español y ahora están especializados en comidas realizadas con productos de su propia huerta. Desisto amablemente y me voy porque lo que yo buscaba eran esas tapas hispano chinas que me intrigaban.

Como no me apetecía pensar mucho, me fui al Sun Island Bar, donde me había fijado que el dueño era occidental y la música también. Resultó ser un francés. Se agradece poder hablar en ingles. Allí tomé unos espaguetti y una cerveza y también me quede a tomar una copa después escuchando la música en directo. El sitio me gustó mucho. 

En Sun Island Bar.

Los chinos, a los que les gusta beber mucho cuando van a los escasos bares,  tienen la costumbre de dejar en la mesa, bien ordenadas normalmente, todas las botellas de cerveza que se han ido bebiendo. De esta forma te das cuenta de cuan borrachos están. Ayer una se fue con su pareja casi a rastras abrazada a él. Doblada totalmente. No es la primera vez que lo veo, pero nunca causando problemas.

Puestos de comida ambulante. Aparecen de repente cuando cierran los demás.

A las 12 de la noche las calles ya están casi vacías. Algún establecimiento aún se resiste a cerrar y aún queda algún vendedor callejero. Curiosamente a esa hora, en una de las esquinas más populares montan seis o siete carritos de comida callejera que supongo es donde cenan los empleados y clientes que han salido de los bares. Se oye también el repicar de los dados en los bares que ya han apagado la música, y es que aquí parece bastante popular jugar al  "mentiroso" en este tipo de establecimientos.

Quedábamos cuatro gatos.

Francamente, si hoy no he andado más de 25 kilómetros, es que no he andado ninguno. Han sido horas y horas de patear las calles intentando observar lo máximo posible y me ha encantado. Habría estado más tiempo por allí.

1 comentario:

  1. Pues habrá menos devoción que en el Tibet, pero a mi me han gustado mas los templos estos y el que haya un poco de ambiente , bares y restaurantes, supongo que se agradece. Pásalo bien, un abrazo.

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